Llevábamos semanas viendo a Teo Lucadamo en sus historias practicar este concierto rodeado de una banda de músicos y equipado con un micrófono de diadema a lo Britney Spears. Había ambición en esos vídeos, se notaba que se estaba currando lo que más tarde acabaría por ser un conciertazo que nos tuvo a todos cantando gilipolleces a lo largo y ancho de la sala Paqui.
Cuando Teo sale al escenario parece un extra de La Lego Película: una sonrisa de oreja a oreja cubre su cara mientras que mueve las caderas de un lado para otro. Nada está mal, solo hay disfrute y por eso podemos permitirnos hablar de metrónomos, fantasear con huir de madrid y refrescarse en el lago e incluso fardar de llevar un bañador que desafía las normas impuestas sobre la masculinidad. Teo se presenta a sí mismo como una escultura clásica de rasgos apolíneos en la portada de su proyecto Lucadamnson: fuera de su jaula. La desnudez junto con el tema recurrente del agua y los bañadores nos lo presentan tal y como es. En el concierto por suerte o por desgracia no sale en bolas (pero se nota que ha ido al gimnasio).
La canción que abre el concierto es la ingeniosa Check, que hace las veces de prueba de sonido y acaba siendo un trabalenguas en el que no sabes cuándo empezar y cuando parar. Esto de tener a la sala cantando versos surrealistas que parecen generados aleatoriamente es una constante durante todo el concierto. En un momento del show hasta el artista se dio cuenta: “hay que ver las tonterías que os hago decir”. Todo esto mientras tenía a una sala entera implorando a Dios-sabe-quién que deje de comer turrón. ¿Todo bien hasta ahora?
A esta energía única e irreverente hay que sumarle el resto de cosas que había en el escenario (que no eran pocas). Durante la mitad del show contamos con una banda entera que se ocupó de añadir instrumentos reales a las canciones, sumándole un valor incalculable al espectáculo. Teo iba serpenteando entre ellos mientras que los visuales eran grabados en tiempo real, y aquí es donde pudimos ver a Luka Simmons (que no se pierde un concierto de Teo) haciendo honor al Dogma 95 con sus técnicas vanguardistas para grabar móvil en mano.
Entre tanto cachondeo hubo un momento del show en el que tocó ponerse serios. Estoy hablando del momento Luisa, en el que Teo canta uno de sus temas más íntimos y toca sacar linternitas y mover los brazos al mismo son. Es una forma perfecta de equilibrar y atemperar al público en medio de tanto ajetreo, y se nota que Teo tiene muy claro el peso que tiene ese tema dentro de su discografía y el cariño que le tiene su público.
Después de esto la banda se pira y entramos en la parte más electrónica del concierto. Aquí es cuando te das cuenta de que puedes venir incluso sin saberte las canciones y vas a disfrutar igual. A partir de este punto Teo no para de soltar babayadas y tienen lugar una serie de performances que las acompañan en temas como He Perdido a Mi Colega en el que juega al escondite improvisado con Luka Simmons.
Está bien equilibrado, es un show que da gusto ver y de esos que sales comentando con tus colegas y que además sabes que el precio a pagar vale totalmente la pena. Teo ha logrado colarse en esta escena musical haciendo su propia mierda y pocas cosas tienen más valor que eso. Verlo en directo es absolutamente imprescindible para cualquiera al que le mole mínimamente su música. Porque a veces hay que saber disfrutar aunque nada tenga sentido.
Fotografía: Lupe de la Vallina