El fenómeno ‘Barbenheimer’: En el crisol de la cultura popular, un par de películas aún sin estrenar desatan un debate filosófico inesperado, haciendo que nos cuestionemos nuestras propias nociones de felicidad, responsabilidad y el verdadero significado de la vida.
El Renacimiento de un Antiguo Debate
Hace unos 2300 años, nació una disputa filosófica que sigue siendo relevante hoy en día: el epicureísmo vs el estoicismo. El epicureísmo se basa en su concepción y búsqueda del placer. Un placer obtenido desde la inteligencia es un placer bueno porque nos da la felicidad, nos aparta del dolor y nos ayuda a conseguir el equilibrio (entre cuerpo y mente), la tranquilidad o el estado ideal, la ataraxia. “La clave de una vida feliz es acumular la mayor cantidad de placer y reducir al máximo el dolor”.
En el estoicismo, sobre todo primó la idea del control de las pasiones y la consecución de la felicidad prescindiendo del placer y el deseo. Pues ambos estados mentales perturban el equilibrio y la virtud. Así, el autocontrol de los apetitos y la renuncia de los bienes materiales serían la clave para alcanzar el equilibrio, la felicidad y la libertad, lo que el estoicismo define como apatía. “El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos”.
El Fenómeno ‘Barbenheimer
La pregunta de Barbie u Oppenheimer representan de alguna forma estas dos corrientes de pensamiento. Su imagen ha transcendido más allá de la obra que hay detrás. Todavía no han salido ninguna de las dos películas, así que no puedo hablar de los temas y conceptos que ambas obras quieren transmitir. Recordemos que este revuelo se ha generado con un par de posters y trailers.
Este choque de realidades casi absurdo, ha resultado en una de las campañas de publicidad más exitosas de los últimos tiempos, beneficiando a ambas obras y creando Barbenheimer. De una manera involuntaria, estas dos obras han despertado un debate que lleva siendo relevante desde el comienzo del ser humano.
¿Optimismo o pesimismo?, ¿evasión o responsabilidad?, ¿deseo o desapego? Son preguntas que, de alguna forma, nuestra generación no ha sabido, o no puede responder. Por un lado, todos queremos ser felices y optimistas, pero por otro, es imposible no tener en cuenta todo lo que ha ocurrido los últimos años, pandemias, crisis y guerras, y que dudes si las cosas vas a ir a mejor o a peor.
Creo que normalmente cuando algo conecta tanto como ha conectado Barbenheimer, es por que toca conceptos más universales y profundos del ser humano y muestra algo de la realidad actual que nadie se había parado a mostrar.
La Reflexión Contemporánea: Entre la Búsqueda de la Felicidad y la Aceptación de la Realidad
Así, nos encontramos en un cruce de caminos entre el epicureísmo y el estoicismo, el placer y la renuncia, la Barbie y el Oppenheimer. Esta yuxtaposición de ideales y deseos nos habla de un mundo lleno de contrastes y de una sociedad que oscila entre la búsqueda del disfrute y el reconocimiento de la dureza de la realidad. Estas películas, aún sin estrenar, han conseguido provocar un debate que nos lleva a cuestionar nuestra propia naturaleza, nuestra visión del mundo y cómo nos enfrentamos a la vida.
El éxito publicitario que han cosechado estas dos obras, más allá de su contenido, resalta la relevancia y la necesidad de estos debates filosóficos en nuestro tiempo. La elección entre estos valores y formas de ver la vida son cuestiones que aún hoy no tenemos claras respuestas, quizás porque no existen respuestas absolutas.
El dilema de Barbenheimer, sin embargo, no solo encarna nuestras incertidumbres, sino también nuestras esperanzas. A pesar de las adversidades y las dudas, todos seguimos buscando, luchando, soñando. Queremos la felicidad y la ataraxia del epicureísmo, pero también buscamos la fortaleza y la libertad del estoicismo.
En última instancia, nos recuerdan que, a pesar de las diferencias y las incertidumbres, todos somos parte de una humanidad común en busca de sentido y propósito, un esfuerzo tan antiguo como la propia civilización. Las dudas siempre van a persistir y este debate nunca se acabará. De alguna forma, tenemos que aprender a lidiar con ambas corrientes, tanto en nosotros mismos, como en el resto.