La tóxica relación entre artistas y su público

En el escenario de la cultura y el entretenimiento, surge una pregunta que resuena constantemente: ¿le deben los artistas algo a su público?, ¿los fans tienen derecho a demandar a un artista? Analizamos las distintas perspectivas de esta cuestión y exploramos algunos ejemplos que ilustran esta compleja relación, desde «Whole Lotta Red» a «Motomami».

Un Pacto Implícito

Rosalía en su Motomami Tour

En la ecuación del arte y el entretenimiento, existe una relación simbiótica entre el artista y su público. Los espectadores proporcionan la apreciación, la adoración y, a menudo, el apoyo financiero que permiten al artista continuar creando. En ese sentido, algunos sostienen que los artistas tienen la obligación de considerar a su público, ya que es este último el que, en última instancia, permite que su carrera prospere. Son los que compran el ticket para su película o la entrada de su concierto, así que de alguna forma, controlan su carrera.

Esto puede derivar en actitudes controladoras de los fans, exigiendo un tratamiento especifico, nueva música cuando ellos quieren o que el artista siga haciendo el mismo estilo de arte que a ellos les gusta de él. De esta cuestión surge el termino «fan service» que sirve para descalificar a una obra que se ha hecho con la única idea de contentar las demandas de los fans, no hay riesgo ni innovación. Artistas como Tyler the Creator, ha expresado su difícil relación con sus seguidores. Respondiendo a un fan que criticaba su nueva música comentó: «te gustaba cuando te contaba lo triste que estaba en los discos, ¿pero cuando la mierda cambia y me siento genial, no puedes lidiar con ello porque no puedes identificarte?».

La Cultura de Microondas

Convención de Marvel, 2022

Con los fans cada día más exigentes, hay un peligro de que, cada vez más, el arte se convierta en un producto de consumo, creado para gustar y apaciguar a los fans, que evolucionan a ser un agujero negro devorador de contenido. Cuando un artista saca un álbum, por ejemplo, a las horas las redes sociales están repletas de opiniones autoritarias sobre la calidad del producto, normalmente radicales. O es un clásico o es una mierda. Normalmente si es más o menos lo que se esperaba es un triunfo, si no, se le ve al artista como un traidor. El apoyo incondicional resulta que era condicional, a que lance el producto que a mí como consumidor me satisfaga, y que no pase mucho entre lanzamiento y lanzamiento, que si no me aburro.

Los grandes jugadores en la industria (discorgáficas, productoras de cine, etc) se dan cuenta de esto, y saben capitalizarlo. Un ejemplo claro son las películas de Marvel, pensadas para satisfacer a su audiencia regularmente con 3 o 4 películas al año. No faltan ejemplos en la industria de la música. Álbumes de 20 canciones, 2 o 3 proyectos al año, sin grandes riesgos ni experimentaciones. Y lo peor, es que funciona perfectamente, y me atrevería a decir que este modelo es como se mantienen las luces encendidas en las oficinas de la industria del entretenimiento.

El Arte Como Expresión Personal

Playboi Carti

Por otro lado, existe la visión del arte como una forma de expresión personal, donde el artista no tiene obligaciones más allá de su propia creatividad e integridad artística. Muchos defienden que los artistas deben tener la libertad de explorar, innovar y expresarse sin estar restringidos por las expectativas del público.

Todavía recuerdo como los fans llamaban «Whole Lotta Mid» al último álbum de Playboi Carti. El mismo álbum que hoy en día se considera un clásico, llena estadios y prácticamente ha creado un nuevo genero. Cuantas innovaciones y momentos de cambio históricos en el arte no hubieramos tenido, si los artistas hubieran hecho lo que los fans esperaban de ellos. Si no hubieran tenido la valentía de ir contra corriente y enfrentarse a lo que es, efectivamente, su única forma de sustento.

También me acuerdo de como se recibió al último disco de Rosalía en España el día de lanzamiento por una gran parte de fans, comparándolo con «El Mal Querer», llorando porque no era lo que querían. Ahora nadie se atreve a cuestionar el éxito artístico y cultural que ha sido «Motomami».

Como en muchos aspectos de la vida, la clave puede residir en el equilibrio. Los artistas no pueden ignorar por completo a su público, ya que su apoyo es esencial para su carrera. Sin embargo, también es importante que los artistas mantengan su autenticidad y no se vean obligados a sacrificar su creatividad para complacer a los demás. De hecho, es imprescindible, si queremos que el arte siga evolucionando y sorprendiendo.

Al final, los artistas que pasan a la historia son los que crean sin miedo, los que arriesgan todo y se expresan con el corazón. Como fans, no podemos exigir que los artistas nos den lo que queremos, por que así, nos privaríamos de los clásicos del futuro.