En marzo tuvo lugar el estreno de “Eterna”, un documental que hace un repaso de la trayectoria de la fallecida artista cordobesa Gata Cattana y aprovecha para hablar de su legado y lo que supuso su figura.
Hay algo en los poetas muertos que da escalofríos y aprieta con fuerza cada vez que aparecen en nuestra cabeza, sobre todo en aquellos que se fueron cuando no tocaba. Pensamos sin ir muy lejos en Federico García Lorca, una leyenda de la poesía, el teatro y en general el arte de nuestro país. El poeta granadino fue asesinado por parte del bando fascista durante la guerra civil por los ideales que defendía en su obra.
También se nos encoge el corazón cuando pensamos en ciertos raperos muertos. Figuras como las de Notorious B.I.G o 2pac alcanzaron el estatus de leyenda que tienen hoy en día en el recuerdo de todos tras morir ambos asesinados por la tensión generada a mediados de los noventa entre las costas Este y Oeste.
Cuando un artista de cualquier disciplina muere en estas circunstancias la pérdida es de todos, su arte, capaz de llegar a tanta gente, frena en seco en ese momento, ya nunca va a haber más, y entonces apreciamos más lo que tenemos. Ana Isabel García Llorente, más conocida como Gata Cattana, era poetisa y rapera, y el 2 de marzo de 2017, día de su fallecimiento, perdimos por partida doble.
6 años después, se ha estrenado el documental “Eterna”, dirigido por Juanma Sayalonga y David Sainz (Malviviendo). Esta película hace un repaso de la vida de Gata desde sus inicios en su pueblo, Adamuz (Córdoba) hasta llegar a Madrid y empezar su carrera como artista no sin antes haber pasado por Granada como universitaria.
En este proceso Gata llegó a convertirse en una de las figuras más destacables y prometedoras de la poesía contemporánea y del rap en España gracias a su sensibilidad, su delivery tan peculiar tanto a la hora de recitar como a la de rapear y su absoluta carencia de pelos en la lengua.
Los temas que trataba en su obra la llevaron incluso a ser una de las figuras más influyentes del feminismo en España, y a día de hoy es inevitable ver frases suyas en pancartas de manifestaciones, en graffitis por las calles de toda España e incluso en las letras de otros artistas.
El documental empieza en su pueblo, con su madre y su hermano hablando de ella. Lo cierto es que llegar al visionado con conocimiento de la obra de Gata es muy gratificante, ya que desde el principio nos aportan contexto y datos sobre sus poemas y canciones.
Aquel mítico “Mami, me voy pa la mani”, resuena con fuerza cuando oímos a su madre hablar del miedo que sentía cuando su hija le decía que se iba a una manifestación mientras que vivía sola en Granada. Su hermano, por su parte, nos da una visión sensible sobre “Hermano Inventor”, el segundo tema del disco “Banzai”, que va dedicado a él. Sus colegas también tienen hueco en este relato conjunto, y nos dicen lo que ya dejó claro ella en “Papeles”, y es que si todas las ciudades se le quedan chicas, su pueblo no iba a ser una excepción.
Pasamos así a la época de Granada, ciudad donde escogió estudiar la carrera de ciencias políticas. Conocer esto arroja un poco de luz sobre el porqué de la implicación social de Gata Cattana en sus temas. Según cuentan los entrevistados, esta ciudad le cambió y le acogió hasta tal punto que para ella es como si hubiese nacido allí.
En esta ciudad fue en la que ganó el Slam Poetry que la llevaría a la fama a nivel nacional dentro del gremio de poetas. En esta parte nos acompañan las voces de sus amigos, su compañero de piso y productor por aquel entonces, y de su gran amiga “Hojita de Menta”, con la que creó el colectivo Cattana que al final acabó usando para su apellido artístico.
La cinta es puramente testimonial, pero el interés de aquello que se cuenta acompañado de la magnitud que sabemos que cogería más tarde logra mantener la atención del espectador. La historia se narra entre fotos de archivo, vídeos grabados con proto-smartphones y los relatos nostálgicos de sus amigos.
Llegamos a la que puede ser tal vez la parte más importante de su historia y esta es cuando se muda a Madrid. Gata tenía que ir a la ciudad más grande de España para ver si esta podía contener e impulsar su talento, y aquí su carrera explota. La misma ciudad a la que le dedica el poema que abre “La escala de Mohs”, esa misma ciudad a la que acusa de querer parecerse a ella.
Madrid le acogió y 2016 fue un año decisivo, en esta parte tenemos testimonios de artistas de talla nacional como Mala Rodríguez o incluso Juancho Marqués, que le acompañó en su último concierto en la sala Sol en Madrid. También tiene su espacio para hablar Sara Socas, destacando de esta forma su influencia en las nuevas generaciones de artistas, especialmente en las mujeres. Gata estaba a punto de alcanzar el anhelado éxito, pero ni siquiera Madrid pudo contenerla, y aquel 2 de marzo, hace ya seis años, el azar escogió llevársela.
Ya en Banzai, su disco póstumo, Gata suena como si supiera que se iba a ir, como si estuviese dejando todo preparado. Este documental consigue retratar y transmitir el aura que irradiaba esta artista. Convertida en un símbolo y una mártir y con un escaso pero contundente legado a sus espaldas, Gata Cattana nos recuerda por qué amamos la música, lo importante que es luchar por aquello que te importa y la fugacidad de todo en esta vida. Esta película no hace más que consagrarla en el imaginario popular con la mejor definición posible para alguien tan holística y atemporal como ella, y es que Gata fue, es y será eterna.