“Me daba igual lo que la gente pensase sobre mí, o lo que yo pensase de mí mismo, así que iba hasta el fondo de mi lado más oscuro, sacaba del interior de mi alma esas cosas horribles y las ponía sobre la pasarela.”
Desde sus inicios la carrera de McQueen ya era muy diferente a lo que pudieras esperar de cualquier estudiante de la prestigiosa escuela de arte, Central Saint Martens. Mcqueen no venía de una familia acomodada ni era muy bueno en sus estudios, a sus propias palabras se pasaba las clases dibujando ropa. Cuando acabó la escuela no sabía qué hacer y se fue a trabajar a un taller de trajes como costurero, donde destacó por sus ganas de aprender. Después de unos años de aprendizaje en diferentes talleres, se plantó en la puerta de la tutora del curso de moda de la Central St Martins para trabajar para ella, pero le acabó convenciendo de estudiar allí. Así empieza el legado de Lee Alexander McQueen.
Jack the Ripper Stalks His Victims
Esta es la primera colección de McQueen producida como trabajo de fin de máster en la Central St Martins en 1992. Pasó por la escuela como un increíble alumno y muy aplicado, corrigiendo incluso a los propios docentes y donde conoció a sus mejores amigos que más tarde serían parte de su proyecto de marca. Para final de curso había que presentar una colección en la semana de la moda en Londres, así nació Jack the Ripper Stalks His Victims. Una colección basada en la oscuridad, en la historia del East End y como no Jack el Destripador.
La historia del asesino en serie del East End (zona donde vivía McQueen) es conocida por todo el mundo, un asesino en serie que acechaba sus víctimas, todas mujeres, en la oscuridad, para luego arrebatarles la vida de la manera más grotesca posible.
En esta colección vemos referencias directas al asesino destripador con vestidos con imágenes de mujeres, que se relacionan con una obsesión por las víctimas femeninas o incluso una chaqueta con trozos de pelo humano forrado, con seda roja en su interior representando la carne abierta de las víctimas y la sangre.
La colección se destaca por sus figuras ceñidas al cuerpo de las modelos y la combinación de tonos negros y rojos, haciendo una increíble relación entre la belleza y violencia., temas muy recurrentes en la década de los 90s.
En este desfile estaba una de las figuras más icónicas en la vida de McQueen, Isabella Blow. Ella era la periodista de moda británica por excelencia, con una red de contactos que llegaban a Anna Wintour en Estados Unidos. Isabella se quedó alucinada con la capacidad de McQueen de combinar tanta belleza con un trasfondo tan oscuro y le compró la colección completa por 350 libras. Así empezó una gran amistad, aunque con altibajos, entre el diseñador y la periodista.
“Le dije a su madre que había tenido a un genio, es el Saint Laurent del año 2000”
Tras este genial comienzo McQueen siguió trabajando en colecciones con el poco dinero que ganaba del paro y ganando cada vez más renombre en la industria pero con muy poco dinero, hasta que se le ofreció en 1997 entrar a Givenchy, diseñar la colección de verano de Haute Couture y ser el nuevo director creativo de la marca francesa.
The Golden Fleece
“¿Por qué fuiste a Givenchy? Pagaban muy bien. El dinero que gano en Givenchy lo invierto en McQueen”
La entrada de McQueen a la casa francesa fue caótica. En menos de 3 meses tenía que crear 55 looks para el desfile de verano de Haute Couture con el listón tan alto que había dejado John Galliano.
Además para el joven McQueen todo era muy diferente a su taller en Londres, allí todo era clásico, limpio y cuidado y su metodología era mucho más “bruta” con las tijeras en las manos recortando por todos los lados y con el hándicap de que en el taller se hablaba exclusivamente francés y McQueen solo sabía hablar inglés.
Llegó con la idea para el desfile muy tarde pero encontró la inspiración en la etiqueta de Givenchy, blanca y dorada. La idea central del diseñador era crear guerreras mezcladas con diosas y tomó como referencia el mito del carnero (o la cabra) de la antigua mitología, añadiendo cuernos en los peinados de las modelos.
Así el 19 de enero de 1997 se desfiló en París la primera colección de Alexander Mcqueen como director creativo de Givenchy, The Golden Fleece.
La colección fue un cambio total para el estilo de Mcqueen, en el que veíamos telas cuidadas al detalle, con figuras más clásicas y alejándose totalmente de la oscuridad que veíamos antes, trayendo un mundo y un imaginario limpio y radiante, aunque conservando ese lado “dark” con los cuernos en las modelos, cosa que a la crítica no le gustó nada.
La crítica se ensañó con McQueen. Dijeron que era una falta de respeto hacia la marca francesa e incluso criticaron su look al salir a la pasarela a saludar.
Una semana después McQueen tenía el desfile de su colección propia en Londres y fue uno cargado de rabia, miedo y sentimiento, donde incluso ardió el atrezzo sin querer pero el desfile no cesó.
Tras varias colecciones y trabajando conjuntamente en su marca y para Givenchy en el año 2000 recibe una oferta de parte de Gucci para comprarle un 50% de McQueen, cosa que acepta consiguiendo así desvincularse de la firma francesa y pudiendo centrar en su marca propia con la que tuvo sus años de oro creando colecciones como The Voss o No.13.
Plato’s Atlantis
En 2007 empieza lo que se podría decir la época más dura de McQueen. En este año muere la persona que le dió todo en su carrera, Isabella Blow, que aunque tras el contrato de Gucci su relación estaba muy fría por problemas personales, resultó ser un palo muy duro para el diseñador inglés. El 6 de Octubre de 2007 presenta junto a Philip Treacy, diseñador de sombreros y también descubierto por Isabella, “La Dame Bleue”, una colección inspirada en su amiga y mentora fallecida.
“No estoy enfadado conmigo si no con el mundo”
Para estos años McQueen se sentía defraudado y enfadado con el mundo de la moda del que piensa que es un mundo lleno de basura y dobles caras. Presenta así una de sus colecciones más personales “The Horn of Plenty” en un desfile con un montón de basura en medio. Esta colección refleja muy bien la locura que estaba sufriendo McQueen en su cabeza y hace que sus antiguos amigos se preocupen por él y vuelvan a tener contacto.
En 2009 McQueen empieza a trabajar en lo que en sus propias palabras será su última colección, Plato`s Atlantis.
La depresión del diseñador estaba en su punto más alto y tonteaba con el suicidio. La presión que tenía por el contrato con Gucci no ayudaba ya que tenía que hacer las colecciones de hombre, de mujer y la línea McQ, llegando al mismo nivel de trabajo que tenía cuando estaba en Givenchy.
Él quería que la invitación al desfile fuera su propia cara en una calavera y admitió que al terminar el desfile quería que saliera una caja transparente del suelo con el dentro y se pegaría un tiro delante de todos.
La idea de Plato`s Atlantis es el regreso desde la tierra al mar, siendo McQueen un gran amante del mundo marino, donde encontraba la calma en todo su caos. Trataba temas de evolución de cómo un ser humano se adaptaría a la vida en el mar. Era como ver un set en su cabeza con todas las cosas que más admiraba: los estampados que eran como escamas de peces pero cortados y vueltos a coser, el patronaje experimental con figuras voluminosas pero ceñidas al cuerpo, los robots a los lados con cámaras que retransmiten el desfile… Fue como coger todo el recorrido de McQueen y plasmarlo en un desfile.
Un año después la vida de McQueen tuvo un desastroso giro con la muerte de su madre con la que tenía un vínculo especial y un día antes de su entierro acabó desgraciadamente acabando con su propia vida.
Lee Alexander McQueen fué uno de los grandes diseñadores de esta época. Captaba y reflejaba con una técnica increíble las historias en sus colecciones, como si de un creador de historias se tratase. Con una vida muy corta pero gran admirado por el mundo de la moda e incluso por el público general gracias a su personalidad única e irremplazable, puso la moda en el ojo aún más público y se convirtió en uno de los diseñadores con más renombre de la historia.