Como si fuera un Santo ángel salió Ralphie Choo el pasado 25 de febrero al escenario en su tercer bolo madrileño. Con las entradas agotadas desde hacía meses, todas las Gata(s) y gatos de Madrid llenaban la sala, expectantes. Y, aunque se le notaba el cansancio acumulado, el artista no decepcionó a nadie. Saltando en el escenario con una máscara de plástico y su oufit Valentino, le quitó todos los Dolores al público.
El inicio del concierto elevó al público a otro nivel, entremezclándose el sonido de la flauta con el del violonchelo en una danza totalmente nostálgica. Éramos todos niños con un sueño, puro sentimiento. Cuando saltó el artista al escenario, todas las Máquinas culonas se empezaron a mover y saltar, creando pogo tras pogo, haciendo que la sala Ochoymedio pareciese estar en otro Metaverse.
Aunque Ralphie Choo vaya de Rookie, supo muy bien cómo ganarse al público, sacando a sus compañeros de discográfica y amigos Mori y Rusowsky, que hicieron temblar la sala con sus colaboraciones del disco. Y como si de una Supernova se tratase, aunque con mucho lamento, apareció Abhir en el escenario dejando a todos boquiabiertos. Siendo el domingo el único bolo de los tres en el que el elefante actuó, los dos artistas crearon una atmósfera más cercana a un culto que a un concierto.
El show no se hizo para nada pesado, introduciendo el equipo de Ralphie una kisscam, donde algún Beso bruma cayó, y una conexión en directo en la plataforma Omegle, donde los que se conectaban iban a poder “disfrutar” de Juan y su talk box. Así la audiencia se convirtió en otra parte fundamental más de lo que ocurría en el escenario, creando así un vínculo con ella. Además, contó con la participación de un dúo de palmeros, que mezclaban sonidos tradicionales junto con los modernos que caracterizan su discografía en canciones como Bulerías de un caballo malo o Tangos de una moto trucada.
Su show fue excéntrico, no hard feelings (Nhf), pero enérgico y cercano, pensado para que la audiencia se lo pasara bien y no tanto en la perfección técnica. Todo terminó con sus colaboraciones en el escenario mientras él se lanzaba al público para disfrutar con él del último pogo, siendo esto la guinda de un concierto del que nadie salió decepcionado.