Tras un retiro temporal marcado por la sombra de una tragedia en uno de sus conciertos, en el Astroworld Fest, Travis Scott, figura prominente del hip-hop contemporáneo, regresa con su nuevo álbum «Utopia». El álbum prometía ser el comeback triunfal del artista, sin embargo, el resultado ha demostrado ser una oportunidad perdida, que deja entrever la falta de fondo y de un sentido claro de dirección. En este análisis, exploraremos cómo la esperada reaparición de Scott ha sido una historia de luces y sombras.
El viaje a Utopia
Ya han pasado 5 años de Astroworld, uno de los mayores éxitos comerciales en la música de los últimos años. El merch de ese disco fue una tendencia por si sola, que llevó hasta las famosas colaboraciones con McDonnalds y Fornite. En 2020, Travis todavía seguía haciendo dinero con «Atroworld», todo parecía listo para su próximo paso, «Utopia», para el que ya habían salido un par de singles. Scott estaba en la cresta de la ola y no parecía que nada pudiera salir mal, hasta que salió mal.
Todos recordamos la tragedia de ese Astroworld Fest. Todos los planes se descarrilaron y el mundo se puso en su contra. 3 años después de estar desaparecido vuelve con el álbum que tenía que haber salido antes de todo esto, “Utopía”. Sin más promoción que algunos post y los maletines con diversos en Instagram con portadas alternativas Scott lanza lo que es realmente su comeback album, su reclamo al trono, una vuelta de las cenizas y para mí, lo que es “Utopía” es una oportunidad perdida.
La realidad de Utopia: Ausencia de sustancia
En cualquier obra artística se puede diferenciar entre forma y fondo. La forma es la manera de hacer tu producto, el estilo, el envoltorio; mientras el fondo es que dices, es la esencia de lo que quieres retransmitir, una temática trabajada y el toque personal. Las obras maestras son excelentes en ambas.
En este caso, el verdadero riesgo Travis hubiera sido explorar el fondo, no la forma. Las letras nunca han sido el fuerte del artista de Houston, siempre ha destacado por sus melodías, sus flows y su producción oscura y psicodélica, pero en este álbum llama la atención, por la historia que le rodea, la absoluta falta de fondo.
Es realmente llamativo que la única mención en todo el álbum de una de las mayores tragedias en el mundo del espectáculo sean un par de frases metidas casi con calzador. Pero el problema no es que no hable del evento, es que no habla de nada.
Con las experiencias vividas estos años, la introspección que seguro ha llevado a cabo, el crecimiento como persona, resulta increíble que nada acabe en el álbum. «Utopia» podría haber salido en 2016, en 2020 o en 2025. Ese es su falló más grave y para mí, imperdonable.
Si hablamos de la forma, todo suena grande, cinemático y si hay cambios importantes en algunas canciones de lo que Travis nos tiene acostumbrados. Pero si hay algo que objetar es la falta aparente de dirección. Para mi es su disco que menos claro tiene lo que quiere ser.
Influencias y colaboraciones
Las influencias descaradas de “Yeezus” (en el que él tuvo una mano fundamental) no consiguen sorprender ni tienen el impacto que consiguieron en 2013. Abundan las canciones excesivamente largas, sin estructura, sin un estribillo memorable, ni un beat switch que realmente funcione. Parece una especie de “Days After Rodeo” con descartes de “Yeezus” y “Donda” que sirve como antesala al álbum de verdad.
Las colaboraciones que en «Astroworld» eran el highlight del disco, en este caso tampoco acaban de aportar excesivamente la tracklist. Con la cantidad de artistas talentosos que podemos ver en los créditos, pocos realmente elevan la canción en la que están.
En resumen, «Utopia» supone una oportunidad perdida para Travis Scott. La ausencia de introspección, la carencia de un mensaje profundo y la falta de dirección hacen de este álbum un producto que se queda a medio camino entre las expectativas creadas y lo que realmente ofrece.
Travis ha demostrado ser un maestro de la forma, de la creación de un sonido que le caracteriza y le distingue, pero en este caso, lo demás se queda corto. No es un mal disco, sónicamente es disfrutable y sin duda hay buenas canciones a las que volveré, pero no vive a su potencial ni está a la altura del momento transcendental que era este disco en la carrera de Travis.