Este año ha sido un año raro, igual que los dos anteriores. Si te fijas, existe una ansiedad colectiva, una especie de de inquietud, de desamparo, latente pero innegable. El mundo avanza en una dirección imprevisible y nosotros no podemos hacer mucho más que mirar lo que parece una demolición en cámara lenta. Pocos álbumes han conseguido captar esta sensación como «Heaven Is a Junkyard» del artista estadounidense Youth Lagoon. Un proyecto que te transporta a un a un páramo frio y desolado, un vertedero, que después de un rato, es incluso agradable.
Este disco cuenta la historia de una vuelta a casa. Trevor Powers saco su primer álbum «The Year of Hibernation» en 2011 bajo el nombre de Youth Lagoon. Este proyecto se convirtió en un secreto a voces en la comunidad indie, consiguiendo al joven Powers un espacio prominente en el género. Dos álbumes más tarde (sin el mismo éxito que el debut) decidió abandonar el seudónimo de Youth Lagoon en 2016. «Me sentía asfixiado», dice. «Aunque era mi música, perdí el rumbo. En muchos sentidos, me perdí a mí mismo». Volvió a su casa en Idaho, y lanzó proyectos más experimentales bajo su propio nombre.
En octubre de 2021, tras una mala a reacción a un medicamento, su laringe y cuerdas vocales estuvieron recubiertas de ácido durante ocho meses. «No sabía si volvería a hablar, y mucho menos a cantar». El crecimiento que siguió a aquella pesadilla provocó un cambio de foco. En lugar de escribir sobre el mundo en general, empezó a hacerlo sobre su hogar. Cuando una circunstancia ajena te obliga a parar, a mirar fijamente algo que te asustaba, tienes que reconciliarte con ello y procesarlo. «Siempre he escrito sobre cosas lejanas. Era mi forma de huir de casa. Pero el mejor material ha estado delante de mí todo este tiempo en Idaho». Grabado en seis semanas con el coproductor Rodaidh McDonald (The xx, Adele, Gil Scott-Heron), «Heaven Is a Junkyard» es un trabajo de absoluta concentración y devoción.
Cuando escuchas la voz rota de Trevor durante el LP, mezclado con la producción sombría y minimalista, con unas letras poéticas y desgarradoras, no cabe duda de que es un trabajo especial. No es el disco que mas haya escuchado este año, pero si el que mas me ha marcado. Desde que descubrí el primer single «Idaho Alien» no abandonó mi cabeza. Es un disco sobre hacerse mayor, sobre la muerte, la familia, el hogar, la enfermedad, la esperanza y la desesperación. Es un universo extraño, gris, pero con una vida propia, y de una extraña manera, te conforta. Es raro encontrar trabajos tan únicos, bien trabajados, con tanta potencia emocional y tan sinceros. Se que de tiempo en tiempo, en los años que vienen, volveré al vertedero, a un lugar donde refugiarme y donde volver a casa, que con todos sus problemas, es parte de mí.