Ugly, la autodestrucción como catarsis

“Yum”, primera canción, primera frase: “eres grande, eres bueno, eres rey, eres reina, eres un genio” suena acompañado de una base industrial amenazante, seguido de “me falta motivación, necesito una intervención”. Ruido, gritos y respiración fuerte, completan este arranque que conceptualiza perfectamente lo que slowthai quiere expresar en este disco. Un debate constante entre las tendencias impulsivas que parece no poder controlar versus un intento, a veces fallido, de amarse a sí mismo.

El tercer álbum de Tyron Kaymone (slowthai), es una exploración en lo más profundo de su psique. Slowthai muestra sus complicados sentimientos en tu cara, con rabia, porque de alguna forma, le enfada tenerlos. Te cuenta cómo no puede pararse a sí mismo en sus excesos, en su ansiedad, incluso cuando su vida profesional y personal va aparentemente bien. Intentando llenar un vacío que parece insaciable, se culpa a él mismo por su comportamiento. “Tenemos lo que nos merecemos. De alguna manera, nunca aprendemos. Desperdiciando vidas en la acera. Mientras todos buscamos algo” dice en “Selfish”. Una canción que introduce la producción de rock y punk con elementos distorsionados que veremos en todo el LP. 

Uno de los singles “Feel Good”, irónicamente nos muestra lo que la sociedad espera de él, lo que se dice a sí mismo constantemente para convencerse de que todo está bien. Habla de que cada vez que llora, son “lágrimas de payaso”. Esta expresión se hizo famosa por la canción de Smokey Robinson & The Miracles de 1967 del mismo título. 

Robinson cantaba sobre un personaje que «sonriendo entre la multitud, lo intenta, pero en una habitación solitaria, llora». Robinson se comparaba a sí mismo con un personaje de la ópera italiana Pagliacci, un payaso llamado Canio, que hacía reír al público, pero lloraba detrás de su maquillaje porque su mujer le había traicionado. Desde el inicio de su carrera, Tyron se ha presentado a él mismo como una persona alegre, bromista, energético, y aunque alguna vez ha dejado ver su lado más oscuro, normalmente solo mostraba su parte animada, lo que añade al conflicto interno.

A partir de la canción 5, no solo habla de síntomas, si no de sus causas. En “Never Again”, cuenta una historia de sus raíces, de la dura realidad de donde él viene, de drogas y muerte, y cómo podría haber acabado él de no haber conseguido salir de ahí. El mundo que le rodea es feo, oscuro y difícil. Bombardeados por anuncios, por estereotipos de belleza, con una cultura que te presiona para triunfar a toda costa. “Pantalla blanca, lavado de cerebro a un régimen, atascados persiguiendo una ventaja, somos perros fuera de la perrera. Todo este trauma en nombre de una medalla”, dice en la canción “Ugly”.

En “Wotz Funny” sigue con el mismo tema, describiendo la difícil situación en la que te pone la sociedad que te lleva a sobrevivir como sea. En una entrevista con Apple Music explica: “aquí expongo todas las cosas que no tienen gracia y de las que la gente tiende a reírse: el profesor yonqui que se queda sin casa en la calle, la madre soltera que trabaja duro, el viejo borracho que intimida a todos sus compañeros. Yo no tuve una familia, mamá y papá juntos, no fui criado de esa manera, así que mi normalidad es diferente a la de la gente que tuvo eso y que fue protegida y protegida. Algunas personas no pueden entender estas situaciones y somos juzgados por ello….”

El final del álbum, “25% club” funciona como una explicación del comienzo del disco, “Yum”. Es su contrapunto lírico pero también sonoro, con guitarras acústicas y angelicales voces de fondo. Explica el porqué de los excesos, del comportamiento autodestructivo. “Siempre hay un 25% que falta, y buscas a la persona, la cosa o lo que sea que tiene ese 25% y que te hace estar al 100%, que te hace estar completo. Creo que en un mundo en el que anhelamos estar completos, es un mito, un delirio de grandeza pensar que vas a conseguir esa pieza que te falta y que te va a hacer sentir completo. Es querer y anhelar, y no creo que nunca encuentras esa pieza que te falta”.

Con está realización, viene cierto grado de paz. Una aceptación de que aunque sea una persona incompleta y con muchos problemas, hay una posibilidad de mejora. Se rinde ante la búsqueda infinita de algo que llene su vacío, que solo le autodestruirá. Es un cierre optimista pero realista, no se van a solucionar todos mis problemas, pero puedo estar mejor de lo que estoy y no dejarme arrastrar por mi pasado y el mundo negativo que me rodea.

La vulnerabilidad de este álbum es digna de admirar. Slowthai te muestra sus sombras de la manera más visceral posible en un acto de limpieza, de aceptación, de catarsis. Conecta crítica social, sus pensamientos más profundos y sus conflictos para hacer un retrato de un hombre roto que encuentra una manera de amarse a sí mismo, o al menos intentarlo. No glorifica sus problemas de salud mental, su objetivo es superarlos. Como dice en la última frase del disco: “tenemos que rompernos como platos de porcelana, pero tengo pegamento para que podamos reconstruirnos”.