Es un domingo de junio de 1961, en el corazón de Nueva York. Descendemos las escaleras hacia un rincón legendario del jazz, el Village Vanguard. Aquí, entre las paredes de este sótano emblemático, se teje la historia de una de las grabaciones más reverenciadas en el jazz moderno: El Trío de Bill Evans en vivo en el Village Vanguard.
Nos adentramos en el 178 de 7th Avenue, donde Orrin Keepnews, de Riverside Records, y el ingeniero de sonido Dave Jones, preparan una grabadora Ampex para capturar un momento histórico. A pesar de un breve momento de pánico por un fallo eléctrico, todo está listo para registrar no solo música, sino la esencia misma del jazz en su forma más pura y espontánea.
El Village Vanguard, con su acústica excepcional, se ha convertido en un santuario para los jazzistas. Aquí, en este espacio íntimo, Keepnews y Jones enfrentan el desafío de grabar un día completo de actuaciones. Este no es un día cualquiera: es el último de una serie de dos semanas con un artista reacio a grabar nuevo material en estudio. El trío de Bill Evans, conocido por su enfoque innovador y su química musical, está a punto de crear algo mágico.
Los inicios
Cinco años antes, en 1956, Keepnews grabó por primera vez a Bill Evans para Riverside con el álbum ‘New Jazz Conceptions’, incluyendo al baterista Paul Motian. A pesar de un comienzo modesto, Evans, con su estilo único y emotivo al piano, buscaba los músicos adecuados para su visión de un trío de jazz. Este encuentro fortuito ocurrió en Basin Street East, donde el bajista Scott LaFaro y Motian se unirían a Evans. Juntos, transformarían el concepto del trío de jazz, enfatizando la improvisación simultánea y una interacción profunda entre los instrumentos.
Después del debut del trío en ‘Portrait in Jazz’, la unidad y el enfoque colectivo del grupo se fortalecieron. Evans, con su visión artística, buscaba una conversación musical continua entre los instrumentos, más allá de los solos individuales. La armonía sutil y la interacción dinámica del trío se convirtieron en su firma, atrayendo a oyentes profundamente emocionales. A pesar de las audiencias a veces pequeñas y los desafíos personales, como la lucha de Evans contra la adicción, el trío mantuvo su compromiso con la innovación y la expresión artística.
El 25 de junio de 1961, el trío se preparaba para lo que nadie sabía que sería su última actuación juntos. La atmósfera en el Vanguard ese día estaba cargada de una mezcla de intimidad y espontaneidad. Las grabaciones capturaron no solo la brillantez musical del trío, sino también el ambiente único del lugar: los sonidos de la audiencia, los vasos, el murmullo. Cada nota tocada ese día reflejaba la profunda conexión entre Evans, LaFaro y Motian, y la pasión compartida por explorar los límites del jazz.
El álbum
La alquimia entre Bill Evans, Scott LaFaro en el contrabajo y Paul Motian en la batería, redefine lo que significa el arte de la improvisación colectiva. Cada nota, cada pausa, cada intercambio es un testimonio de una comunicación musical que trasciende las palabras. La sinergia de este trío, en este día en particular, es una maravilla que sigue resonando en el tiempo.
Desde el primer track, “Gloria’s Step”, nos encontramos inmersos en un viaje rítmico y melódico que capta la esencia del swing. Evans, con su característico toque en el piano, establece un diálogo lleno de vivacidad y sutileza. Pero es la actuación de LaFaro lo que realmente destaca; su habilidad para tejer líneas melódicas complejas y llenas de creatividad es simplemente asombrosa.
El tratamiento del trío a “My Man’s Gone Now” de Gershwin es un punto culminante del álbum. Aquí, Evans nos guía a través de una exploración emocional profunda, donde cada acorde del piano evoca una sensación de melancolía y contemplación. La sensibilidad del trío hacia el contenido emocional de la pieza es tangible, convirtiéndola en uno de los momentos más conmovedores del álbum.
En “All of You”, la interpretación del estándar de Cole Porter es una demostración magistral. Evans revitaliza la melodía con un fraseo inventivo y una exploración armónica que inyecta una nueva vida al tema conocido. La sección rítmica responde con una espontaneidad que convierte cada compás en una aventura musical.
El genio LaFaro
Lo más destacado de este álbum, sin embargo, es el trabajo pionero de LaFaro en el contrabajo. Su enfoque innovador en el instrumento, que incluye técnicas de arco y pizzicato, le da una dimensión única a la música. Su enfoque caracterizado por una técnica fluida y un sentido melódico excepcional que trascendía el papel tradicional del contrabajo en los grupos de jazz. En este álbum, LaFaro no se limita a ser un mero acompañante rítmico; en cambio, se involucra activamente en el diálogo musical, interactuando con Evans y Motian de manera que su instrumento se convierte en una voz principal en sí misma.
LaFaro también destacó por su capacidad para improvisar líneas melódicas complejas que complementaban y desafiaban las interpretaciones de Evans en el piano. Esta interacción dio lugar a un nivel de conversación musical que era raro en los tríos de jazz de la época. Su influencia en el álbum es palpable en cada pista, donde su presencia no es solo percibida en términos de soporte rítmico, sino también como una fuerza creativa integral.
Desafortunadamente, esta sería una de sus últimas actuaciones grabadas, ya que falleció en un accidente de coche solo dos semanas después, añadiendo un matiz aún más emotivo a este álbum histórico.
Sin embargo, lo que se grabó en el Village Vanguard aquel domingo de 1961 permanece como un testimonio del poder del jazz para capturar el momento, la emoción y la genialidad. Este no fue solo un concierto; fue la culminación de una búsqueda artística, un legado que Bill Evans y su trío dejaron para el mundo.